Cada día lo veo. Lo feo, quiero decir.
¿Sabes? Me fascina como me fascina mirarlo, saber que está ahí y casi reconocerlo en la belleza del paisaje. Hoy lo teñí de blanco y negro para convertirlo en tenebrosamente interesante. Luego, le devolví el color.
Me quedo un rato ahí. En la belleza del mundo, del lugar donde vivo, en la belleza del lugar que habito. La veo en todos esos trozos que a ratos molestan, incomodan, me enfadan y no entiendo. Está ahí.
Paro, observo, aquieto y, desde ahí, escucho esa belleza rara que me cuenta como seguir trazando el paisaje.